miércoles, 31 de agosto de 2011

LA NARANJA PODRIDA


   Y un día más, se abrirán  los abanicos de la soledad,
como  inesperados  aspersores, que acobardan a la tristeza…

   Abanicos que el cielo tapian con nubes, después de la claridad,
cuyas varillas son sombras de azahares muertas; personas sin alma ya,
y su paisaje… borrosa belleza con pereza al enfocar.

   Y al agitarse, todos de golpe, con embustes nos quieren despertar
esas partes del alma que aun duermen su vida en paz.
   En vez de darnos aire nos lo quitan, ladrones del respirar;
contraproducentes flujos que nos hacen boquear,
para abrir  las heridas infectadas del alma, imposibles de cicatrizar
y los recuerdos del futuro que sin nacer comienzan ya a sollozar…
Embarrando las botas en caminos que estamos volviendo a cruzar.

   El aire contaminado en el pulmón, su cama, se quiere acurrucar.
   La angustia nos hace latir perdidos en la trampa mortal.
   Y un día, nosotros seremos una naranja podrida, colgados sin fuerzas ya,
esperando a que un soplido nos haga volar al final.
   Habiendo notado el sol, el viento y el beso de un mar
que ansioso nos bebió el néctar para saciar la sed de su sal,
obligándonos a ser  testigos de este lento marchitar…

   El arrepentido  tiempo se quiere suicidar,
al no entender ya su juego de destruir y crear,
por beberse  nuestra ambrosía  y dejarnos desecar,
y por sentirse impotente, homicida, culpable e inmortal.
   Por intentar a la vida con sus lágrimas regar,
y darnos de beber aire que sin querer nos va a ahogar
como arena de relojes, inhalando nuestro tiempo al respirar…

   Cuando en el frio de la noche la tristeza nos hace llorar,
debajo de un cielo negro contemplamos su estrellar,
que es el ojo de la muerte que nos quiere examinar,
para sentir su poder, en su negra oscuridad.
   Su manto es nuestra mortaja que algún día nos cubrirá
y mientras no se nos arropa nos presenta su guiñar…

   Y a la mañana siguiente, el sol nos vuelve a engañar,
con su nuevo día nos distrae, estrangulando el suspirar.
Y con su calor quiere,  nuestras lágrimas, de  la almohada evaporar,
y falseará nuevas vidas y ocultará la opacidad;
la luz es mentirosa y cruel, pues disfraza la realidad
y la realidad no es otra que la tenebrosidad.

   Naranjas solitarias somos, esperando el recolectar,
por las manos de unos dioses que nos arranquen sin más.
   Y mientras para engañar a la vida y borrar este penar,
buscaremos ya partidos a nuestra otra mitad,
intentando hacer balanza en la rama de la soledad
intentando borrar sueños, para volver a soñar…


   Nacidos todos guerreros, perdida la batalla está,
Intentaremos seguir con jugo hasta el  día del juicio final,
aun sabiendo que es fluido que se va a desecar.
   Viendo amarillento el traje por dejárselo al tiempo acariciar.
   Y nuestra alma invisible, rendida en el batallar,
siendo sabia del camino solamente  en su final.

viernes, 26 de agosto de 2011

LA SERPIENTE


 El aprendizaje del ser humano es tan amplio y a la vez tan absurdo....:cuando creemos conocer perdemos la cabeza o sucumbimos. Toda una vida de aprendizaje sin llegar a educarnos del todo, porque todo está vivo; todo está en continuo movimiento y lo que creemos aprender hoy, mañana ya no nos sirve; y no digamos con las personas... que cambian a cada instante. La mejor postura es la del observador desde lo alto de su torre, silencioso ante el impío bullicio tecnócrata, olvidándose de su origen animal pero demostrandolo a su vez en cada acto de egoismo: no podemos renunciar a lo que somos, ni renegar, siempre seremos primitivos por mucha tecnología que desarrollemos para disfrazar el  mundo.
   Iremos siempre en busca de nuestras necesidades básicas, por mucha ornamentacion exterior que nos pongamos y abriguemos nuestras mentes con engaños: somos y seremos unos monos asustados que chillan y saltan despavoridos, nerviosos y sin rumbo con cada ruido o sorpresa que provoque un sobresalto en el corazón y una llama en el espíritu.
   Somos bailarines, pero trenzamos una cabriola desemejante a la danza de los planetas: ya que la suya es perfecta y monótona; y la nuestra torpe e inesperada. Y bailamos tan torpemente porque no conocemos dónde pisamos y cuando queremos mirar dónde hemos pisado el suelo se borra y se mueve para que volvamos a pisar,  sin conocer ni siquiera el nuevo sitio dónde hollar. Hay gente que pisará con los dos pies, con gallardía, pero si pisan mal la caida será mas dura; otros sin embargo preferiran tantear por si se mueve o si es seguro, pero también pueden mientras caer de donde estaban sujetos. Es una danza obligada por los temblores del suelo, por eso es torpe; y tiene un ritmo tambien impuesto, aunque creamos que sale de nosotros.
   Y mientras bailamos, vemos cómo sale el sol y se pone, cómo nos gustan cada vez más los amaneceres rojos, sentir la lluvia, el viento y abrir los brazos creyendo por un instante que poseemos todo. Y entonces la vemos...
   Seguimos a esa gran serpiente, mientras bailamos:ese era el objetivo de la danza....Todos vamos detrás, con nuestros torpes movimientos. Cuando parece que lleva una direcicón fija...: gira de repente y hace que los bailarines se desorienten. Por mucho que intentemos averiguar su oscilación, siempre nos sorprenderá. Finalmente, los mejores conseguirán adaptarse al ritmo, aunque cada vez cueste más porque el tiempo nos va deblitando y, cuando creemos haber pasado todas sus pruebas, la enorme e imprevisible serpiente caerá al vacio con nosotros detrás, matándose ella con cada uno de nosotros.