domingo, 25 de diciembre de 2011

EL ODIO


El odio se engendra en los contornos del alma,
y  te hace aborrecer las cosas que no amas.
Yo odio la falsa modestia de engreídos embusteros,
si al hablar tú me susurras: de mi afecto te destierro.
Odio la vida y la muerte; también el pensamiento;
los agudos sentidos, el yo, el sentimiento.
Odio la noche y el día, el mar, la montaña, el viento,
el calor, el frío, las nubes; también el paso del tiempo.
El conformismo odio yo, igual que lo complejo;
también odio lo simple, lo joven y lo añejo.
En el remordimiento del odio, entre el cielo y el infierno,
tan odioso es el que odia, como el odio que te tengo.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

MIRADAS


   Todo comienza con una mirada, cuando levantas la cabeza y notas que alguien te observa… cuando dos miradas se trenzan, o nos sentimos contemplados; o la última  mirada decide una resolución. Es ingente el lenguaje no verbal que hay dentro de una mirada, los ojos no sólo sirven para ver si no también para expresar. 

   Miradas de hielo, miradas de acero, tímidas miradas…

   Todo se empieza a gestar en el ojo, tanto la recepción de la información, como el impacto que nos provoca,  así como nuestra respuesta al exterior. Sería como respirar, continuamente inhalamos información y exhalamos sentimientos.

    Miradas contemplativas, miradas reflexivas, miradas…

   El ojo sería como un huevo gestado por una visión. Dentro se mezclarían en la clara sentimientos e impresiones, unidos al estado de ánimo, para llegar a la incubación de esta ovípara reproducción. Todo comienza con una mirada  gestada, nadando en la albúmina del alma… 
        Al desplegar los párpados rompemos el cascarón y nacerá la observación, la selección, y abriremos la entrada. Lo percibido volará a la memoria perdiendo información, quedando a veces distorsionado. Si el interés es bajo se esfumará rápidamente, quedando olvidada; si el interés es alto se incubará, los aleteos serán firmes y permanecerá enjaulado.

   Miradas tiernas, miradas soberbias, ovíparas miradas...

   Hay cosas que desearías no haber visto y otras que más tiempo perduraran observadas. A lo largo de una vida millones de personas nos habrán observado, de esas, pocas, habrán formado parte de nuestras vidas; algunas de mirarnos se cansaron; y con otras cerramos nosotros los ojos y miramos para otro lado. Ojalá detectásemos la luz tan sabios como el ojo, que es un mero informante, a través de la retina. Aunque no hay nada que nos dé tanta información como observar a otra mirada.

    Miradas fugaces, miradas rapaces, miradas milanas…

   Hay miradas que se cruzan parlantes, cómplices o por el contrario esquivas o trabadas; turbadas  o que  no dicen nada.
  
Miradas de dolor, miradas de angustia, miradas de rabia, miradas….

   Casi todos tenemos la capacidad de ver, pero no todos la de mirar, existen ciegos de ojos abiertos y visionarios de párpados tapiados. A veces mirando al suelo podemos ver el cielo reflejado en un charco…

   Miradas de envidia, miradas de lujuria, miradas de rabia…
  Miradas abiertas que confinan secretos,
miradas oscuras que aprehenden venenos, miradas…


   Miradas  con conexión de personas desconectadas,
miradas atribuladas de recuerdos alimentadas.
Miradas que vuelan bajo para posarse en tu rama,
miradas que soplan las chispas para recuperar la llama.

   Miradas de fuego, miradas al miedo, miradas de reptiles,
miradas que en sus contornos denotan tus abriles.
Miradas exploradoras que nos olfatean, descaradas miradas,
miradas que siendo mudas te susurran mil palabras.

   Miradas engalanadas, frías y sintéticas,
miradas de cara lavada de simpatía y belleza.
Miradas que mecen su ira por el vaivén de los nervios,
miradas que esconden  tormentas bajo el azul de los cielos.


   …y cuando en un punto fijo clavas tu mirada sin enfocar nada concreto…ojeas por un instante el mundo de los sueños….





viernes, 11 de noviembre de 2011

EL SEMÁFORO

    Era una lluviosa y nublada mañana de noviembre. Era temprano, en aquella intersección los coches se iban apiñando en el semáforo al igual que los nervios contenidos. Muchos y diversos pensamientos, incertidumbres, miedos y angustias quedaban disipados cuando alguien abría las ventanillas de su habitáculo para que entrase algo de aire: era una bocanada de frescura disgregante de reflexiones. Estos pensamientos se movían con el suave viento como en gimnasia rítmica se mueve una cinta bicolor; el nerviosismo lo agitaba; el secretismo más íntimo lo dirigía, loco, sin trazos fijos, pero bailando una danza tan perfecta como lo es el movimiento de los planetas. Por un momento todo quedaba en silencio en aquel semáforo, mientras salía tímida la luz del sol después de aquel eclipse nocturno: era de día.
    Nadie sabía por qué eran tan importantes aquellas inquietudes, todas tan distintas, todas tan personales, todas víctimas de un desarrollo urbano que atormentaba las mentes; que consumía la vida, sin dejar apenas tiempo para el disfrute y la meditación que es lo que realmente nos da sentido. Una sociedad presa del agobio y del deber, cegando con problemas nuestra única vida, nuestra salud ¿acaso dentro de cien años importarán y serán trascendentales todas y cada una de las gotas de sudor en la frente, frías, que brotan a través del aspersor del contratiempo? La locura parece inevitable (en algunos casos); todos, al igual que un globo que se hincha con helio, necesitarán una vía de escape o explotarán, de diversos modos…Se puede decir que realmente vivimos cuatro años, normalmente los más felices y dichosos, que se recuerdan en la infancia; lo primero, porque nos percatamos poco de dónde estamos; lo segundo, porque aún no tenemos obligaciones ni responsabilidades. Nadie nos dirá que cuanto más tiempo pase más difícil será todo, llegándose a complicar de tal manera que a alguno de los conductores de aquél semáforo ganas les darían de bajar del coche, poner una goma en el tubo de escape, dirigirla a la ventanilla y dar exhalaciones de humo, abriendo la boca, como lo hace un pez fuera de su medio: con tal de no enfrentarse a este nuevo día..

lunes, 19 de septiembre de 2011

APARICIONES


  Apariciones, visiones, espectros del alma,
espíritus del subconsciente cuando el mar está en calma.
  Reflexiones sin reflexión, inteligencias inentendibles
que en nuestra mente se muestran revestidos de lo sublime.
  Subliminales juicios, involuntarios y ya atávicos
que hacen recordar a la memoria, soñando con su pasado.
  Si los entierras resucitan; si los borras se reescriben;
si los ahogas les salen branquias y nadan como delfines.
Cuando el mar está en calma…

Apariciones, visiones, espectros del alma,
sorprendentes destellos de fuego que las cenizas abrasan.
  Regando con candentes rescoldos  las ascuas ya extintas,
son ánimas sin alma que en la nuestra habitan.
  Son reflejos sin espejo, los aplastas y germinan,
los arañas y te muerden y cuando se van te visitan:
con fantasmales sentimientos; con espíritus de vida;
con amaneceres dormidos; con despertares sin día.
Que las cenizas abrasan…

  Apariciones, visiones, espectros del alma,
sicofonías que al oído nos susurran sus entrañas.
  Y taponamos la audición y con su dicción la destapan,
soplándonos después al oído  percepciones anestesiadas.
  Invocamos al deseo que inteligente se agacha,
para cuando estemos limpios, saltar sobre la rama
que sostenga nuestro ser  y nuestra mar liberada
para llenar de los peces, que la imaginación atraiga.




miércoles, 31 de agosto de 2011

LA NARANJA PODRIDA


   Y un día más, se abrirán  los abanicos de la soledad,
como  inesperados  aspersores, que acobardan a la tristeza…

   Abanicos que el cielo tapian con nubes, después de la claridad,
cuyas varillas son sombras de azahares muertas; personas sin alma ya,
y su paisaje… borrosa belleza con pereza al enfocar.

   Y al agitarse, todos de golpe, con embustes nos quieren despertar
esas partes del alma que aun duermen su vida en paz.
   En vez de darnos aire nos lo quitan, ladrones del respirar;
contraproducentes flujos que nos hacen boquear,
para abrir  las heridas infectadas del alma, imposibles de cicatrizar
y los recuerdos del futuro que sin nacer comienzan ya a sollozar…
Embarrando las botas en caminos que estamos volviendo a cruzar.

   El aire contaminado en el pulmón, su cama, se quiere acurrucar.
   La angustia nos hace latir perdidos en la trampa mortal.
   Y un día, nosotros seremos una naranja podrida, colgados sin fuerzas ya,
esperando a que un soplido nos haga volar al final.
   Habiendo notado el sol, el viento y el beso de un mar
que ansioso nos bebió el néctar para saciar la sed de su sal,
obligándonos a ser  testigos de este lento marchitar…

   El arrepentido  tiempo se quiere suicidar,
al no entender ya su juego de destruir y crear,
por beberse  nuestra ambrosía  y dejarnos desecar,
y por sentirse impotente, homicida, culpable e inmortal.
   Por intentar a la vida con sus lágrimas regar,
y darnos de beber aire que sin querer nos va a ahogar
como arena de relojes, inhalando nuestro tiempo al respirar…

   Cuando en el frio de la noche la tristeza nos hace llorar,
debajo de un cielo negro contemplamos su estrellar,
que es el ojo de la muerte que nos quiere examinar,
para sentir su poder, en su negra oscuridad.
   Su manto es nuestra mortaja que algún día nos cubrirá
y mientras no se nos arropa nos presenta su guiñar…

   Y a la mañana siguiente, el sol nos vuelve a engañar,
con su nuevo día nos distrae, estrangulando el suspirar.
Y con su calor quiere,  nuestras lágrimas, de  la almohada evaporar,
y falseará nuevas vidas y ocultará la opacidad;
la luz es mentirosa y cruel, pues disfraza la realidad
y la realidad no es otra que la tenebrosidad.

   Naranjas solitarias somos, esperando el recolectar,
por las manos de unos dioses que nos arranquen sin más.
   Y mientras para engañar a la vida y borrar este penar,
buscaremos ya partidos a nuestra otra mitad,
intentando hacer balanza en la rama de la soledad
intentando borrar sueños, para volver a soñar…


   Nacidos todos guerreros, perdida la batalla está,
Intentaremos seguir con jugo hasta el  día del juicio final,
aun sabiendo que es fluido que se va a desecar.
   Viendo amarillento el traje por dejárselo al tiempo acariciar.
   Y nuestra alma invisible, rendida en el batallar,
siendo sabia del camino solamente  en su final.

viernes, 26 de agosto de 2011

LA SERPIENTE


 El aprendizaje del ser humano es tan amplio y a la vez tan absurdo....:cuando creemos conocer perdemos la cabeza o sucumbimos. Toda una vida de aprendizaje sin llegar a educarnos del todo, porque todo está vivo; todo está en continuo movimiento y lo que creemos aprender hoy, mañana ya no nos sirve; y no digamos con las personas... que cambian a cada instante. La mejor postura es la del observador desde lo alto de su torre, silencioso ante el impío bullicio tecnócrata, olvidándose de su origen animal pero demostrandolo a su vez en cada acto de egoismo: no podemos renunciar a lo que somos, ni renegar, siempre seremos primitivos por mucha tecnología que desarrollemos para disfrazar el  mundo.
   Iremos siempre en busca de nuestras necesidades básicas, por mucha ornamentacion exterior que nos pongamos y abriguemos nuestras mentes con engaños: somos y seremos unos monos asustados que chillan y saltan despavoridos, nerviosos y sin rumbo con cada ruido o sorpresa que provoque un sobresalto en el corazón y una llama en el espíritu.
   Somos bailarines, pero trenzamos una cabriola desemejante a la danza de los planetas: ya que la suya es perfecta y monótona; y la nuestra torpe e inesperada. Y bailamos tan torpemente porque no conocemos dónde pisamos y cuando queremos mirar dónde hemos pisado el suelo se borra y se mueve para que volvamos a pisar,  sin conocer ni siquiera el nuevo sitio dónde hollar. Hay gente que pisará con los dos pies, con gallardía, pero si pisan mal la caida será mas dura; otros sin embargo preferiran tantear por si se mueve o si es seguro, pero también pueden mientras caer de donde estaban sujetos. Es una danza obligada por los temblores del suelo, por eso es torpe; y tiene un ritmo tambien impuesto, aunque creamos que sale de nosotros.
   Y mientras bailamos, vemos cómo sale el sol y se pone, cómo nos gustan cada vez más los amaneceres rojos, sentir la lluvia, el viento y abrir los brazos creyendo por un instante que poseemos todo. Y entonces la vemos...
   Seguimos a esa gran serpiente, mientras bailamos:ese era el objetivo de la danza....Todos vamos detrás, con nuestros torpes movimientos. Cuando parece que lleva una direcicón fija...: gira de repente y hace que los bailarines se desorienten. Por mucho que intentemos averiguar su oscilación, siempre nos sorprenderá. Finalmente, los mejores conseguirán adaptarse al ritmo, aunque cada vez cueste más porque el tiempo nos va deblitando y, cuando creemos haber pasado todas sus pruebas, la enorme e imprevisible serpiente caerá al vacio con nosotros detrás, matándose ella con cada uno de nosotros.